enero 04, 2010

¡LLUEVE EN AREQUIPA!


Es cosa de nostalgias de la infancia. Me recuerdo a mí mismo, muy niño, esperando las lluvias que siempre venían en la época de navidad. Era la necesidad de sentir el olor a tierra mojada, a cabello mojado, a manos mojadas en cara mojada.

A verme envuelto en un viejo impermeable verde con una raya amarilla, que por alguna razón me hacía sentir como un cocodrilito de metro treinta.
A mirar las gotas convertirse en corrientillas que se hacían más grandes e inundaban las calles de a pocos.
A caminar a saltos para no mojarme mucho los zapatos.

La lluvia de verano en Arequipa era saber que no podías salir al Centro a menos que tuvieras carro, porque caminar significaba mojarse en serio. Y algunos hacíamos eso precisamente para mojarnos en serio.

Recuerdo mi cara cubierta de agua, mi cabello mojadísimo y mis gafas empañadas.
Debía caminar mirando hacia abajo para poder mirar alguna cosa.
Recuerdo aún esas lluvias que lo mojaban a uno de pies a cabeza en dos minutos. Cuando teníamos que escondernos debajo de las mantas de sobrecama porque hacía frío. Y venían los relámpagos y truenos, y cortaban la luz; entonces nos sentaban delante de una cocoa caliente, con un libro de cuentos o una radio a pilas, y uno era niño y feliz por niño sin Nintendo Wii, ni PS3, ni Facebook.
Era uno feliz por niño y gracias a la lluvia.

Ahora las alegrías húmedas duran veinte minutos.
Pero estaba despierto para darme cuenta de la primera lluvia del verano en Arequipa.
Y de veras, para el cocodrilito de metro treinta es más que suficiente.

(La foto es de Jairo Baca Díaz, y fue originalmente publicada en el blog de Arequipa 35 mm)
(Este post contuvo una errate que ha sido corregida. ¡Horror!)

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