marzo 13, 2010

4. ¡UN LEVE REDISEÑO...!

Creo que valía la pena intentarlo, a ver si con carcasa renovada vuelven las ideas a la cabeza. He pasado algunos días con una rabieta espantosa, debida -como es fácil imaginar- a las consecuencias del descubrimiento del 14 de febrero, rabieta que ya se ha hecho mal recuerdo.
Este es un rediseño.
Y me incluye, porque al fin y al cabo también es una aventura. Y porque de toda esta experiencia olvidable seguramente he aprendido muchas cosas. Olvidado otras. Y recordado muchísimas, que estaban ahí para usarlas, y que dejé de lado.
Es también un rediseño, leve, para mí. 

Estoy tratando de dejarme llevar, y en algunos casos ha valido la pena. Es muy pronto para dar un veredicto, pero supongo que debo hacerle caso a este impulso por hacer cosas. No dejarme ganar por las mieles de la flojera, como casi siempre ocurre. Aprovechar estas nuevas -renovadas, mejor dicho- intenciones. 
Crecer está hecho de reinventarse, creo, no simplemente de seguir un recto camino que lleva hacia...
... el aspiracional de tu generación: gerencias, presidencias, docencias, asesorías. Vidas exitosas y no tanto.

Resulta que lo veo más sencillo cada vez. En parte porque las experiencias que vienen de cada rediseño me van resumiendo cada vez más. Me explico: a los veintitantos deseas tener de todo para satisfacer muchísimas necesidades, casi todas ellas nuevas; la mayoría de ellas innecesarias.
A los treinta y varios, pues esas cosas dejaron de tener valor. O lo tienen simplemente como entretenimiento.
Como encontré en el muro del face de una vieja -e injustamente apartada- amiga, y aquí parafraseo:

"SOY AMIGO DEL MAR, DE ACAMPAR, DE UNA BUENA LECTURA ,DE UNA COPA DE VINO, ME GUSTA COCINAR Y Y ME GUSTA LA COMPAÑÍA DE ALGUIEN QUE SEPA ESCUCHAR."

Para mí, esas son muchas de las cosas que resumen simplicidad. La tranquilidad de la superficie marina, -despojada de la parafernalia veraniega, que detesto profundamente- la sencillez de la acampada, máxima desconexión de lo innecesario; los libros y el vino, placeres a la vez solitarios y colectivos, sencillos y fruto de la experiencia, añejos e impropios para inexpertos; la cocina y la diversión que encierra, y la sabiduría que requiere para -como en la vida- mezclar correctamente ingredientes en apariencia disímiles; y compañía, selecta compañía, pues a escuchar se aprende haciéndolo, y sólo consigues eso con los años.

Algunas cosas se han hecho permanentes, lo sé. Ciertos vicios, ciertas obsesiones, serán difíciles de omitir en adelante. Pero queda mucho material para los cambios que vendrán. Porque crecer es cambiar y no ir tontamente hacia adelante, siguiendo un camino sin vueltas, aunque algunas vueltas -venga, no soy gitano de nadie- sean más largas de lo que uno piensa.

PS: Este debería estar en un nuevo "Pequeños Bocaditos..." pero no puedo omitirlo hasta entonces. Recién terminada la temporada de Óscares, resulta ilustrativo encontrar este perfecto molde para el éxito cinematográfico. Vale cada segundo (pero afilen el inglés)