Dicen los que saben -por ahí- que un promedio de vida humana bien puede ser 70 años.
El que viene cumplo 35. Así que camino hacia la mitad de una vida natural bien destinada.
Y seguramente, como a otros, empezarán a comerme las dudas acerca de lo que algunos llaman el sentido de la vida:
¿Hice bien las cosas que hice?
¿Hice todas las cosas que debí?
¿Conocí, viaje, comí, leí, escuche, vi todo lo que pude?
Voy a intentar evaluarme a mi mismo. Seguramente seré torpe, ególatra y filosófico. Generalmente las tres vienen en el mismo paquete. Es inevitable ser filosófico cuando se habla de la vida de uno, el supremo acto de egoísmo, el más refinado -y contradictorio- ejercicio de torpeza.
De aquí hasta Agosto 30 de 2010, con los 35 inviernos.
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